Los cuatro tipos de ansiedad y cómo superarla
Durante el crecimiento es fácil experimentar un sentido de inquietud por las muchas incertidumbres que afectan la percepción de la existencia. Los estudios, la disciplina, las reglas, las amistades y la familia, el amor y las dudas sobre el futuro. Y siempre habrá alguien que te diga: «tranquilo, que eso cuando llegues a 30 años se pasa»; «lo mejor es de 30 a 40 años, ya verás»; «si es que la edad trae sabiduría».
En fin, uno llega a 30 años y descubre que lo que era inquietud juvenil se ha convertido en ansiedad de la más profunda y se encuentra sorteando el paro, achaques, preocupaciones, hipoteca, taller mecánico y las dudas existenciales sobre lo que hay que hacer para cenar.
En un artículo publicado en BBC News Magazine, el escritor Adam Gopnik resume de una manera brillante los cuatro tipos de ansiedad que afectan a nuestra sociedad. Y son la ansiedad catastrófica, la ansiedad descontrolada, aquella implantada y para acabar la existencial. Cada una con sus consecuencias, pero también con una posible solución, una sugerencia para reaccionar y mitigar el problema. Vamos a verlas una por una.
La ansiedad catastrófica
Es la ansiedad que se traduce en miedo de que algo horrible vaya a suceder, como una epidemia viral, un accidente de avión o un atentado terrorista. Es muy común, ¿quién no ha cruzado los dedos viajando en avión o no se ha quedado un poco perturbado por los brotes de ébola en varios lugares del planeta? Este tipo de ansiedad es el que depende de eventos que no podemos controlar, entonces el sentido de impotencia contribuye a generar el malestar. Gopnik nos da una sugerencia para racionalizar este miedo, y procede de la teoría de la probabilidad aplicada a los juegos de cartas. La idea es la siguiente:
- Si la probabilidad de que se tenga una buena jugada con las cartas es de 10 a 1, entonces tendrá en el plazo de una semana.
- Si es de 100 a 1, entonces se observará en un año.
- Si es de 1000 a uno, no se verá este año pero sí se verá una vez en la vida.
- Las jugadas menos probables, 10.000 a 1 o todavía menos probables, sencillamente no se verán en la vida. Como una Escalera Real de Color en el póquer.
Ahora el truco es que se debe pensar en el evento catastrófico como si fuera un deseo, es decir, como si la caída de un avión se deseara con tanta insistencia como en el caso de recibir 10 póqueres de ases servidos y seguidos. Es de tontos pensar que eso vaya a ocurrir, ¡ojalá! Pero al fin y al cabo, la probabilidad de tener esas jugadas tan estupendas es la misma de que se produzca un accidente de avión. ¿Habéis visto en vuestra vida esas jugadas? Yo no. Y nunca las veré. Y nunca se caerá un avión conmigo dentro.
La ansiedad descontrolada
Probablemente el peor tipo de ansiedad, ya que cuando la preocupación o miedo por algo se disipa, es remplazada por otra cosa, y luego otra… sin solución de continuidad. Como mencionaba al principio, todos los obstáculos que encontramos a lo largo del día, desde «no tengo mis galletas del desayuno» hasta «la empresa eléctrica me está timando» pueden mermar la tranquilidad del sujeto más sensible. La recomendación en este caso es de aceptar el estado de las cosas. El estado de ansiedad constante es una alerta, herencia de nuestra naturaleza predadora que ha permitido la supervivencia de la especie. Entonces normalizando este sentimiento, es más fácil amoldarse a ello y entender que lo compartimos con la humanidad.
La ansiedad implantada
Este tipo de ansiedad es la que se nos pega a través de los medios. Es como la catastrófica, pero no es algo que en principio nos asuste, no es tan física e inmediata. Por ejemplo una infección de gripe aviaria, hasta que el telediario no nos diga que es peligrosa, contagiosa y mortal, no nos preocupa mucho. El alarmismo de los medios genera tendencias, y es viral. Más que la misma infección. Al fin y al cabo hay más muertes por accidente de coche que por contagio de gripe. ¿La solución? No hay nada más sencillo. Apagar la tele. O mejor, regalarla. O tirarla por la ventana.
La ansiedad existencial
No hay mucho que podemos hacer con nuestros recursos y con el sentido común. No podemos escaparnos de la muerte. Entonces lo que nos queda es solucionar las ansiedades anteriores para aliviar nuestra existencia. O intentar la vía espiritual. Para muchos la religión funciona bien como analgésico; aun así el mecanismo premio-castigo, paraíso-infierno no es algo que contribuya a relajar ánimos por el camino. Por otro lado, según el yoga la muerte no es otra cosa que un cambio natural, y constituye una liberación de la mente y del espíritu de la materia. No existen lugares para los buenos y los malos. Tarde o temprano la salvación llega para todos, pero siempre al final de un camino de desarrollo y crecimiento que pasa a través de varias vidas y acaba en la iluminación.
Distintas ansiedades, distintas manera de enfrentarse a ellas. Empieza solucionando los pequeños miedos, porque está a tu alcance entender que la mayoría de bloqueos psicológicos son auto-impuestos o transmitidos por la sociedad. Para las dudas existenciales será necesario emprender un camino largo y exigente pero luminoso y apasionante.
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