El cuento de la vasija rota, metáfora del ser humano

Kintsukuroi

Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaban a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros.

Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba todo el agua al final del largo camino a pie, desde el arroyo hasta la casa de su patrón, pero cuando llegaba, la vasija rota solo tenía la mitad del agua. Durante dos años completos esto fue así diariamente. Desde luego, la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.

Después de dos años, la tinaja quebrada le habló al aguador diciéndole: “Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir.”

El aguador, apesadumbrado, le dijo compasivamente: “Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino.”

Así lo hizo la tinaja. Y en efecto, vio muchísimas flores hermosas a lo largo del trayecto, pero de todos modos se sintió apenada porque al final, sólo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar.

El aguador le dijo entonces: “¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado y por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Madre. Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza.”

La enseñanza

Leyendo este cuento no he podido evitar pensar en Kintsukuroiel arte japones que consiste en arreglar cerámicas con metales preciosos como oro, plata o platino (un ejemplo en la imagen destacada de esta entrada). Esta técnica no solo tiene el propósito de reparar la ruptura, sino que logra que la grieta se vuelva protagonista. La reparación entonces es un evento en la vida de la cerámica, mientras que de otra forma la pieza habría llegado al final de su ciclo de vida acabando en el cubo de la basura.

Esta es la enseñanza del cuento de la vasija rota y de la filosofía del Kintsukuroi. El ser humano está continuamente midiéndose y compitiendo con el que más posee o que más aparenta, perdiendo el foco de su propia evolución. El camino natural y más sano pasa por entender que la clave no es superar los límites de otra persona, sino que entender y aceptar los propios, porque cada uno está destinado para algo único en el mundo. Las únicas limitaciones con que uno debería medirse son las propias.

Mirko

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