Descubre la energía en los colores con la cromoterapia
Desde que somos pequeños estamos en directo y estrecho contacto con los colores. Aprendemos a nombrarlos y a relacionarlos con nuestro entorno. Entendemos así, por ejemplo, que el verde es el color de la vegetación, el azul es el color del mar y del cielo y el marrón es el color de la tierra. Y poco a poco descubrimos un mundo; detrás de cada color se encuentra una emoción que nos inspira e influencia.
Pero, muchas veces, no somos conscientes y no nos damos cuenta de la profunda importancia de este tipo de estímulos. Un día soleado nos infunde un sentimiento de alegría, ganas de vivir y de hacer planes; en cambio, un día nublado nos transmite cansancio y pereza. ¿Es verdad o no que todos tenemos un color favorito o que nadie duerme en una habitación pintada de naranja o de rojo? Lo sabía bien el premio Nobel en medicina por el hallazgo de la vitamina C (en 1937) Albert Szent-Györgyi.
El doctor Szent-Györgyi descubrió que hay hormonas y enzimas que tienen color propio y que si se estimulan con colores desde el exterior estos influencian, a nivel molecular, sus estructuras y sus funciones. Con este hallazgo llegó finalmente un fundamento científico para lo que hoy día llamamos cromoterapia o colorterapia, pero que las antiguas civilizaciones chinas, indias, egipcias o griegas ya conocían y aplicaban.
Pasamos ahora a la descripción de los efectos terapéuticos de los siete colores fundamentales:
Rojo: es el color del movimiento y que da calor. Por lo tanto, se utiliza en el tratamiento de trastornos de la sangre y para proporcionar energía. Estimula el hígado y alivia la depresión. Es benéfico también para problemas digestivos y ayuda en caso de impotencia.
Naranja: tiene un efecto estimulante y se asocia con el bazo. Se utiliza para el estreñimiento, insuficiencia renal y mejora el sistema glandular. Alimenta el buen humor y da alegría. Es bueno para combatir la fatiga mental y el cansancio físico.
Amarillo: está asociado con el sistema nervioso central y tiene un efecto beneficioso sobre los órganos de la nutrición. Por lo tanto, se utiliza para problemas digestivos, alergias a los alimentos, trastornos del hígado y ayuda a superar la melancolía. Incluso, según algunos estudios, el color amarillo aumenta la capacidad de aprendizaje en los niños.
Verde: afecta positivamente el sistema nervioso proporcionando un efecto calmante y analgésico a todo el organismo. Se utiliza para el dolor de cabeza, la hipertensión, el pesimismo, la fatiga, la tensión alta, el insomnio y el nerviosismo.
Azul: también calmante y tranquilizante, refrescante y analgésico. Se utiliza en casos de inflamación, enfermedades febriles, dolor de garganta de cualquier tipo, infecciones de la piel, úlceras, gastritis, hemorroides, hipertensión y agotamiento.
Violeta: trabaja en el plano mental y espiritual. Se emplea, por lo tanto, en el tratamiento de las fobias, del miedo, de la rabia, de la depresión y en caso de dolor de cabeza.
La naturaleza busca siempre el equilibrio. Por eso sería genial que cada día nos vistiéramos de un color diferente para probar sensaciones y efectos siempre nuevos.
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