Qué es para mí la libertad

Globo aerostàtico

Hoy me gustaría compartir algunas reflexiones sobre la libertad. Es un tema que en ocasiones, según mi humilde modo de pensar, viene malinterpretado.

Hoy por hoy oímos hablar mucho de libertad: libertad religiosa, libertad sexual, de expresión… Y pensamos que la libertad en definitiva sea hacer lo que a uno le apetezca, siempre en el respeto de la legalidad y de los derechos ajenos, pero lo que nos entre en gana de un momento para otro. Desde luego que éste es un enfoque muy espontáneo e instintivo. Pero el concepto de libertad va más allá. Acorde a las enseñanzas que he recibido a lo largo de todos estos años (delante de todos mis errores, cambios de rumbo y descubrimientos personales), para mí persona la verdad es que el más alto nivel de libertad se alcanza dentro de nosotros mismos, siendo conscientes de nuestros instintos y necesidades.

La libertad nace en el mismo instante en que uno empieza a comprender todas las influencias, como las del entorno personal, de la familia o de la pareja, o alargándonos un poco más, del estado, de la sociedad, de la cultura, de las creencias, de las supersticiones o de las tradiciones a las cuales nos adherimos automáticamente. Para entender cuánto estamos libres, y determinar si queremos deshacernos de algún vínculo que nos entorpece, se precisa de una profunda capacidad de introspección.

La sociedad diluye nuestro instinto de libertad

Suele pero pasar que las influencias, la mayoría de las veces, pueden con nosotros sea porque actúan a nivel del subconsciente sea por el miedo que nos atenaza. El terror de no alcanzar una buena posición social y laboral, el temor de lo que pensará y dirá el cura o la gente del pueblo, el pavor de no seguir con las tradiciones y de no hacer la cosa justa. Pero en realidad la libertad es un estado mental en el cual no hay miedo, ni coacción, ni necesidad de seguridad.

La mayoría de nosotros desea la seguridad. Queremos que nos digan que somos guapos, inteligentes, que algo hemos hecho bien y que vamos bien encaminados. Necesitamos reconocimiento, lucir nuestros logros y medallas. Pero no nos damos cuanta que en el instante en que deseamos ser algo o nos sentimos como «alguien» ya  no somos libres. Nos «auto-atamos» a una idea, un pensamiento de ser alguien diferente de nosotros mismos y nos perdimos en este mundo de política, poderes, prestigio, autoridad, o en el llamado mundo de la espiritualidad, que exalta la virtud, la nobleza de animo y la santidad que pero no tiene nada a que ver con la libertad de ser quienes somos.

Ser libres con la educación

Desde pequeño (y pienso que también a alguno de vosotros os habrá pasado) mis padres y los maestros me decían que era mi deber llegar a ser alguien «importante», que la felicidad era intimamente relacionada con el éxito. Pero este enfoque es de poca ayuda para llegar a comprender nuestros objetivos. Nuestro «ser» es algo mucho más complejo; no es simplemente la persona que va a la escuela, juega o se emociona, es también algo que se queda escondido, que no es evidente. Este hecho procede no solamente de todos los pensamientos que nos determinan, sino también de las ideas y creencias que nos han inculcado el entorno social, los libros, periódicos o los medios; y es posible entender todo esto solo si no se desea ser alguien, si no se imita, si no seguimos modelos preexistentes. Esto significa que hay que rebelarse a este «modus operandi», actuar una revolución que conduce a la verdadera libertad. Cultivar la libertad de no tener modelos unívocos de conducta debería ser la verdadera función de la educación.

La paradoja es que hoy en día la libertad no existe, no sabemos que es. Nos gustaría ser libres, pero si nos paramos un rato a pensar nos damos cuenta cada uno de nosotros —maestros, familiares, abogados, soldados, políticos, hombres de negocios…— estamos ocupados, en nuestra «esquinita», a actuar en contra de nuestra libertad.

La esperanza de un mundo nuevo es presente en todos aquellos que entienden estas falsedades y se rebelan a ellas no solamente verbalmente, sino con los hechos. Aquí se entiende la importancia de la educación para abrir los ojos hacia un mundo de posibilidades, experimentación y conocimiento. No seremos libres mientras nuestro fin sea trasformarnos en alguien o imitar un ejemplo.

Paolo

1 Comment

  1. Matilde guarin

    Es muy bueno✌✌✌✌

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