Empieza el día con una meditación mindfulness
Hoy vamos a compartir una meditación mindfulness o también llamada de conciencia plena. Puedes utilizar el texto a continuación del vídeo para leerlo a un amigo, a tu pareja o a cualquier persona a la que quieras hacer este regalo. Recuerda que es bueno adoptar un tono de voz calmado y dulce. También te recomendamos que respetes las pausas que indicamos (unos 5 o 10 segundos, pero con la práctica sabrás encontrar el tiempo ideal). Lo ideal sería que el practicante estuviera tumbado.
La meditación mindfulness
Tumbado en una postura confortable, apoya las manos a los lados de los muslos. Siéntete estable y relajado. Empieza a sentir tu cuerpo apoyado en el suelo y presta atención a las sensaciones de contacto. Siente tus pies en el suelo, tu cabeza, tus caderas, la parte baja y alta del cuerpo, los brazos y los hombros. Siente tu cuello. Siente tu cabeza (pausa).
Siente tu cuerpo entero (pausa).
Cuando estés listos, cierra los ojos si todavía no los has cerrado. Lleva tu atención a la respiración. Siente la respiración que entra y que sale, siente cómo el aire entra en tu cuerpo, siente cómo el aire abandona el cuerpo por la nariz (pausa). Deja que la respiración ocurra naturalmente, no intentes modificarla de ninguna manera. Siente la sensación del aire que roza el labio superior mientras sale por la nariz (pausa). Deja que tu cuerpo esté estático y tranquilo, deja que una sensación de tranquilidad te empape (pausa).
Mientras estás tumbado, deja que se forme una imagen en la pantalla de tu cabeza. La imagen de la más maravillosa y bella montaña que hayas visto o que puedas imaginar. Enfoca esta imagen, y aunque no consigas visualizar la montaña, deja que las sensaciones de la montaña invadan tus sentidos. Es una montaña enorme y altísima que llega hasta el cielo, la base es muy amplia y arraigada en la hierba verde. Es una montaña que tiene los flancos dulcemente empinados. Quizás tu montaña tenga una manta de nieve que cubre la cima y arboles que cubren los flancos hasta la base. Quizás haya riachuelos y cataratas que fluyen de la nieve hacia abajo. Es una montaña maravillosa.
Cuando te sientas listo, conecta la montaña a tu cuerpo de la forma que tu cuerpo y la montaña en tu mente sean uno (pausa).
Ahora que estás tumbado aquí, compartes la grandiosidad, estabilidad y majestuosidad de la montaña. Tú te vuelves montaña. Arraigado en tu postura, tu cabeza es la cima de la montaña, soportada por el resto del cuerpo. Desde hay puedes ver un escenario panorámico esplendido.
Tus hombros y brazos son los flancos de la montaña (pausa). Tus piernas, la base estable y firme de la montaña (pausa).
Arraigado en tu postura, siente la experiencia de tu cuerpo que es montaña (pausa). Con cada respiración, mientras sigues tumbado, te vuelves cada vez más montaña, cada vez más estable y más quieto (pausa). Es una sensación que va más allá de palabras y pensamientos (pausa).
Mientras, estás tumbado aquí; dándote cuenta de cómo el sol viaja por el cielo, de cómo la luces, las sombras y los colores van cambiando por momentos en la quietud de la montaña (pausa). Al mismo tiempo, en la superficie de la montaña se refleja la luz del sol, lo ríos de agua fluyen de la nieve que se derrite y se transforman en cataratas, las plantas y la vida salvaje florecen (pausa).
Como tú, la montaña está firme, observando y sintiendo como la noche sigue el día y como el día sigue a la noche. El radiante y luminoso sol es seguido por la fría noche llena de estrellas que iluminan el cielo, hasta que un nuevo día vuelva a amanecer. Pero tú, como la montaña, sigues ahí. Estable. Percibes el cambio en cada momento, y sientes la quietud que transmite la montaña a través de todos los cambios.
La montaña está quieta al paso del sucederse de las estaciones, una después de otra, y mientras el tiempo cambia, momento tras momento y día tras día, tú te quedas en quietud, aceptando todos los cambios (pausa).
Las personas pueden ir a ver a la montaña y decir que la montaña es estupenda, o que quizás no sea buen día para visitar la montaña, quizás haya demasiada gente, o esté lloviendo, o haya niebla. Nada de esto le importa a la montaña, que permanece en todo momento en quietud (pausa). Las nubes pueden llegar y pueden irse, los turistas pueden apreciarla o no, pero la magnificencia y la belleza de la montaña no cambian, sea que lo perciba la gente o no (pausa).
Siente la experiencia de ser montaña (pausa). Sé la personificación de la montaña, mientras sigues en quietud y estás arraigado frente a todo lo que cambia en tu vida a lo largo de los segundos, de las horas, de los años (pausa). Nuestros pensamientos y sensaciones, nuestras preocupaciones y las tempestades emocionales, las crisis… todas estas cosas que nos ocurren son como el tiempo que afecta a la montaña. El tiempo que acompaña a nuestra vida no es algo que haya que ignorar o negar, es algo que hay que saber encontrar, honrar y sentir. Algo conocido por lo que es en nuestra consciencia. Y aun así nos damos cuenta del profundo silencio que nos acompaña, de la quietud y de la sabiduría (pausa).
Vuelve ahora a centrarte en tu posición de tumbado, en las sensaciones de tu cuerpo. Empieza a mover los pies, los brazos, las piernas. Cuando te sientas listo, puedes abrir los ojos y estirarte profundamente. La práctica ha terminado.
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