Cómo el yoga puede ayudarte para alcanzar tus sueños
El mundo está lleno de gente que en un momento dado de su vida dejó de soñar. Bien porque dejó de creer en su poder para alcanzar sus sueños, bien por miedo, bien porque otros le convencieron de que nunca llegaría a cumplirlos. Estoy convencida de que esos “otros” eran familiares o amigos íntimos que no pretendían destrozar los sueños de nadie sino ratificar la decisión que en su día tomaron de abandonar los suyos.
Perseguir los sueños de uno suele conllevar muchísima incertidumbre, algo que el ser humano lleva muy mal. En el camino te encuentras con obstáculos que te hacen dudar de tu capacidad, errores que te hacen perder toda confianza. Los años van pasando y vamos asumiendo responsabilidades que ceden ante el miedo. Miedo a ser unos “soñadores”, miedo a arriesgar, miedo a no estar a la altura, de no estar en lo cierto. Te caes y te levantas, te caes…y te levantas, te caes……y te levantas, te caes……..y te levantas.
Esto me recuerda a mis inicios con las posturas de fuerza y equilibrio de yoga. Esas posturas que ves y piensas “¿Seré algún día capaz de hacerla?”Mientras sigues “batallando” por hacer bien el “Saludo al Sol”, entonces, después de un tiempo (a veces mucho) te levantas valiente y lo intentas en casa, retándote en la intimidad. Te caes. Lo intentas otra vez. Te caes.
Alcanzar tus sueños es cuestión de actitud
En el yoga, como en la vida, tienes varios modelos de comportamiento.
- El incrédulo: “No podré hacerla en mi vida”. Y, efectivamente, lo que el cerebro cree, el cuerpo hace. Lo intenta. Se cae. Lo sabía. Fin de la historia.
- El inconsciente: “Eso lo hago yo en un plis plas…”: Lo intenta varias veces pero sin cambiar nada de un intento a otro. Sólo quiere llegar a hacer la asana. No se plantea nada, no disfruta, sólo se lanza. Resultado: Un día se lastima y deja de intentarlo.
- El Motivado: “ Voy a intentar hacer esa postura”: Lo intenta y lo vuelve a intentar. Disfruta intentándolo. Va mejorando poco a poco. Pero, cuando le dices al cerebro que lo vas a “intentar” estas preparando a tu “ego” a asumir la derrota. Tu no has dicho que lo vayas a conseguir, sólo que lo vas a intentar. Así que, después de un tiempo, de múltiples caídas y algún que otro consejo desalentador, se cansa y lo deja.
- El Determinado: “Voy a hacerla”: Piensa que puede. Prueba, se cae, una y otra vez. Va aprendiendo de cada caída, va mejorando. Disfruta. Un día consigue sostener la asana unos segundos. Lo consiguió. Ya está. Punto.
- El Comprometido: “Voy a trabajar para hacer esa postura” Prueba. Se cae. Estudia la postura. Necesita hombros, brazos y abdominales fuertes. Caderas flexibles y una capacidad de atención, concentración y equilibrio. Además necesita librarse del miedo que produce la caída. Para ello divide su objetivo en pequeños pasos. Asanas más asequibles que prepararán su cuerpo y reforzarán su confianza. Cada vez que consigue mejorar en cada una de ellas se siente orgulloso, confiado, motivado y determinado a conseguir su objetivo. Entonces lo intenta. Aguanta unos segundos. Se cae. Tiene que encontrar el equilibrio. Lo intenta. Aguanta un poco más. Se cae. Confiado y seguro lo vuelve a intentar. Encuentra el equilibrio, aguanta. Se siente orgulloso. Tiene el poder, el control .
Y, de la misma manera que hacemos frente a una asana que conlleva algún tipo de riesgo, actuamos con nuestros sueños. El miedo, la falta de confianza, la incertidumbre, los consejos de quienes no pueden, no saben o que simplemente nunca lo intentaron, entre otros, hacen que muchos dejen de luchar por lo que sueñan.
El ser humano tiende a repetir de forma constante su manera de pensar, de sentir y de reaccionar ante determinadas situaciones. Cambiar un patrón de comportamiento es muy difícil, sobre todo porque no eres consciente de que lo tienes y para poder cambiar algo, el primer paso es ser consciente.
El yoga te hace ser consciente. Empiezas con detalles a priori insignificantes, algo tan simple como darte cuenta de qué músculos están tensos y cuales relajados, si los hombros están atrás y abajo o si tus pies están separados a la altura de tus caderas. Te das cuenta del poco control que tienes sobre lo único que verdaderamente te pertenece: la mente y el cuerpo. Y entonces ocurre. Serenas tu mente y controlas tu cuerpo. Eres consciente de tus movimientos. Empiezas a controlarlo, a moverte al ritmo de tu respiración.. Es esta conciencia la que te permite conocerte. Te observas sin temor a lo que ves, pues el control te da confianza, seguridad, poder. Poder para alcanzar la asana. Poder para cambiar tu patrón de comportamiento. Poder para disfrutar del camino. Poder para combatir el miedo a lo desconocido. Poder para respirar. Poder para sentirte libre.
Séneca, un grandísimo filósofo, decía que no nos da miedo hacer las cosas porque sean difíciles, sino que las cosas son difíciles porque nos da miedo hacerlas. Si lo crees, puedes.
Pilar
Me ha resultado cercano y familiar. Creo que he pasado por casi todos los modelos en menor o mayor espacio de tiempo. Espero mi ego me deje completar y disfrutar de ese quinto estadio.
Maravillosamente ilustrativo y educativo.
Una luz en el camino. Gracias por ello y por lo que seguro vendrá
Mirko
Muchas gracias por tu comentario, Pilar. A mí también me ha gustado mucho el artículo de Tania, sincero y directo.
Un abrazo y hasta pronto 🙂