Cómo saber distinguir entre “Mindfulness” y “Meditación”

Mindfulness

Mindfulness es un término popularizado por Jon Kabat-Zinn y aunque tiene sus raices en el budismo, no tiene nada de “místico” . Es una forma de prestar atención al momento presente, una manera de atraer la atención de forma directa a lo que estamos haciendo.

Se puede aplicar a experiencias sensoriales, pensamientos, emociones: manteniendo la atención y siendo conscientes de nuestra experiencia consiste en no reaccionar. Aceptamos los pensamientos y los dejamos partir.

Mindfulness se puede hacer con los ojos abiertos, cerrados, de pie, sentado, corriendo, comiendo. Como y cuando queramos.

Todo el mundo debería volver a conectarse con el presente, a “disfrutar de la vida”. Hoy en día o bien estamos pensando en lo que acabamos de hacer (en el pasado) o en lo que vamos a hacer (en el futuro) y casi siempre hay algún tipo de juicio de valor por medio. Estamos más pendientes de plasmar en las redes sociales lo que estamos haciendo que de “ vivirlo”.

Qué pena, ¿no?

Una vez leí que había que estudiar el pasado para entender el presente y predecir el futuro. Así que antes de meterme de lleno en el tema que nos ocupa, volveremos atrás unos cuantos millones de años para responder a esta pregunta:

¿Cómo hemos llegado a este estado mental en el que el presente se nos escapa sin que, a priori, sepamos hacer nada para remediarlo?

Volvamos a los tiempos de la prehistoria, aquella época en la que éramos nómadas y la caza era nuestro único medio de subsistencia.

Estrés positivo y negativo

“El hombre sale a cazar.  Debe estar presente, pues podría acabar siendo él la presa. Oye un ruido detrás de unos arbustos. Parece que es un animal más poderoso y fuerte que él. Automáticamente se activa un mecanismo de supervivencia; el corazón le late con fuerza. Siente que corre a una velocidad inimaginable. Tiene una agudeza visual superior que le ayuda a divisar un lugar dónde buscar refugio.  Se siente ágil física y mentalmente”.

Este mecanismo que nos convierte en “súper hombres” se llama estrés positivo o eustrés. Una maravillosa mezcla de hormonas como la adrenalina, noradrenalina, dopamina y serotonina que pone nuestro motor al 100%.

Tras el episodio con el animal, nuestro hombre se queda un momento en su refugio. Respira hondo y se relaja antes de volver a salir.

Hoy en día sería difícil encontrarnos en una situación parecida. Sin embargo, estoy segura de que en algún momento nos hemos sentido así de poderosos. Algún tipo de desafío ha activado este mecanismo y quizá sólo el hecho de tener que entregar un proyecto antes de tiempo, o ver que un coche se aproxima a una gran velocidad hacia tu hijo que está cruzando la calzada. Nos hemos sorprendido por nuestra capacidad de concentración, de memoria , agilidad y de resolución del problema. Nos hemos sentido poderosos.

Sin embargo, transcurrido un rato (los expertos han calculado unos 90 minutos) sentimos como si un camión nos hubiese pasado por encima. No nos hemos tomado ese tiempo de relajación y ahora es otra hormona, llamada cortisol, la que inunda nuestro flujo sanguíneo. Es el estrés negativo o distrés, el que perjudica nuestra salud y nuestra vitalidad. Este estrés se activa no sólo por la falta de tiempo, de relajación o recuperación, sino también cuando nos sentimos incapaces de hacer frente a los desafíos e incertidumbres.

El ritmo de vida que llevamos hoy en día  nos lleva,en demasiadas ocasiones, a quedarnos estancados en este “distrés”. Estamos rodeados de incertidumbres que somos incapaces de “racionalizar “o  “relativizar “ por culpa del piloto automático que nos guía por lo acontecimientos del día a día. Me pregunto si ésta no será una de las causas del porqué hemos llegado a esta situación.

El yoga, mindfulness y la meditación

Soy una persona muy pragmática y racional y todo lo que aplico tiene como base la razón, la lógica y algún tipo de prueba empírica.

Llevo más de diez años ensimismada en el mundo del yoga.  El mismo tiempo que llevo intentando meditar y liberar mi mente de pensamientos… imposible: no puedo. Cada vez que lo intento me invade una sensación de frustación, de impotencia. Obtengo justamente lo opuesto a lo que busco cuando me siento en posición de loto y cierro los ojos.

Por eso me preocupa que se haga un uso indiscriminado de la palabra meditación y mindfulness.  Porque no es lo mismo. Porque el objetivo es distinto, el medio es distinto. Mindfulness es inherente a todo el mundo. Practicamos mindfulness desde el momento en el que nacemos y, en algún momento de nuestra evolución, ponemos el piloto automático y dejamos de hacerlo.

Hace tres años descubrí lo que era mindfulness. Y desde entonces lo practico varias veces al día. “Cuando le seco el pelo a mi hija; siento su suavidad, observo como las gotas se disipan por el aire caliente del secador; huelo el perfume del champú. Cuando hablo con alguien; escucho atentamente. No estoy pensando en qué voy a responder o que puedo contarle yo.  Incluso cuando parto unos simples champiñones; siento su suavidad, la textura. Observo las gotas que se han quedado en la parte más oscura…” (sólo por citar unos ejemplos).

Hasta ahora había intentado dar pinceladas de información sobre ello a mis alumnos, pinceladas que les ayudara a ser conscientes de “lo poco conscientes que somos de nada” (valga la redundancia), de cómo el piloto automático nos impide disfrutar del presente. Creo que todos mis artículos anteriores lo mencionan.

Mindfulness
Mindfulness es la respuesta para volver a escuchar y a escucharse

Por qué la práctica de mindfulness es la respuesta

¿Por qué es importante que todo el mundo sepa y practique mindfulness?

Porque al practicar mindfulness se elimina ese piloto automático. Te paras. Observas. Te haces preguntas. Aparece de nuevo la curiosidad (esa que teníamos cuando éramos pequeños, cuando practicábamos mindfulness sin saberlo). Es el inicio de un cambio y a partir de ahí todo se sucede sin que te des cuenta. Aprendes a “desligarte” de tus pensamientos, a ser capaz de evaluar objetivamente lo que piensas. Ser consciente de que un pensamiento es un pensamiento hasta que tú lo dotas de significado y emoción.

Ello te permite evaluar qué valores concuerdan con tu persona y cuáles te han inculcado. Así es como llegas a “reiniciarte”. A vaciar la papelera de pensamientos basura. A ser tú mismo.

Así dejas paso a esa creatividad que junto con la curiosidad habías perdido en “no sé que momento de tu vida”.

A veces para iniciarse en el mindfulness se empieza a través de la respiración (es uno de los motivos por los que se relaciona con la meditación) pero ésta es sólo un medio (entre otros) que nos demuestra hasta qué punto los pensamientos se entremezclan en la mente sin ser capaces de concentrarse en algo tan simple como contar cuándo se inspira y expira sin perder la conciencia sobre ello.

Es una manera de apreciar lo turbia que está la mente. De aclararla de esas incesantes charlas irracionales que se repiten de manera sucesiva y que nos impiden centrarnos en lo que estamos haciendo ahora. Esas “verdades absolutas” a las que llegamos sin ninguna base y que además acabamos creyendo.

Conversaciones como la que Pedro puede tener en su cabeza: “Mira, Juan no me ha saludado hoy. Ayer debió pensar que era un lunático cuando le presenté mis nuevas ideas para el proyecto. Seguro que me equivoqué al darle mi opinión. Seguro que piensa que soy un idiota. No lo volveré a hacer”.

Cuando Juan realmente estaba pensando en las ideas tan maravillosas que tiene Pedro, que es creativo, ingenioso y un valiente al expresarlas. Está tan sumergido en sus pensamientos que ni siquiera se ha dado cuenta de que Pedro pasaba por delante.

Sólo el hecho de intentar practicar mindfulness te puede ofrecer un momento de reflexión, un sencillo descubrimiento de que no eres tú el que conduce tu vida. Quizá, con sólo eso consigas amarrarte al volante y empezar a ser dueño de tus decisiones, de tus valores y de tus pensamientos.

Los que me conocéis sabéis que trabajo con deportistas de élite. La mente de éstos me atrae de forma irracional; creo que son la viva imagen de quienes luchan por alcanzar sus sueños. Son los que motivan a muchos a seguir su ejemplo. Son el vivo eslogan de “si lo crees, puedes”. Es por ello que muchísima gente se contagia de su pasión, de su esfuerzo, de su lucha. Por eso he empezado a trabajar mindfulness con ellos, porque ellos son un ejemplo para la sociedad.

Porque esto les hace mejorar profesional y personalmente (Michael Jordan y Novak Djokovic han confesado que lo practican. Digo que han confesado porque me temo que son muchos los que lo hacen y no lo dicen por ser “uno de sus secretos”).

Porque siento que sus sueños se convierten en los míos y aportar mi granito de arena para que lo consigan me aporta un placer inmenso.

Porque un partido me recuerda a aquellos tiempos prehistóricos que he descrito antes, dónde una pérdida de atención, despiste o un fallo en la toma de decisiones podia ser fatal. Ahí no había nadie que explicase lo que era mindfulness, pues el que no lo practicaba, no sobrevivía… “NO VIVÍA”

Lo que más me preocupa es que, hoy en día, el final es el mismo;

“NO SE VIVE”

“NO VIVIMOS”

“MORIMOS VIVIENDO SIN SABERLO”

Con lo fácil que sería evitarlo…

_____

Tania escribe también en su blog, te invitamos a visitarlo lamentedeldeportista.wordpress.com

Tania

Leave A Comment

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.