Un simple remedio para desintoxicar el cuerpo
Si pregunto a mi novia que es naturópata cuál es el mejor remedio para repentinos malestares, migrañas, mal de estomago, nausea, tos o resfriado, indudablemente os dejaría boquiabierta, contestando: «ponte en la cama por uno o dos días y no comas. Ayuna. Bebe solo infusiones templadas de hierbas, tres o cuatro veces por día».
He sido educado por una abuela que siempre me ha dicho que el único modo para vivir mucho tiempo y de manera saludable, simple y sin preocupaciones, es seguir las leyes de la naturaleza. «Mira tu perro o tu gato: cuando están malos vomitan (se purgan) y no comen hasta que no se recuperan». Mi abuela me lo contaba siempre: «cuando éramos pequeños si uno de nosotros estaba malo, ya que el doctor costaba demasiado, nos metian en la cama y estaba prohibido comer hasta nueva orden. Además nos propinaban bebidas amargas, tantas cuantas hacía falta para vomitar». Después de un día de ayuno y reposo, al enfermo se le ofrecía una infusión suave de menta o de calaminta (Satureja calamintha), y, para la cena, un caldo de pollo. Saltar una o dos comidas no hace daño a nadie y el cuerpo se encontrará siempre en mejores condiciones. Un breve ayuno es uno de los remedios con el cual el hombre y los animales permiten beneficiar a su organismo y sus complejos sistemas de un reposo absoluto. Cuando estás cansado y tienes sueño por una larga caminata y un fuerte ejercicio físico, duermes. Pero ¿cuándo descansan tus órganos internos?
El ayuno es una práctica tradicional (se menciona en el Upanishad, en el Mahabhárata, en la Biblia, en el Talmud, en el Corán y en el Libro de Mormón) que se está recuperando. En los últimos tiempos he conocido cada vez a más gente que lo practica; por ejemplo, los primeros días de cada mes, cuando están demasiado empachados o cuando tienen necesidad de un poco de introspección.
El ayuno no es el remedio para cualquier mal, pero sí el primer paso para desintoxicar el cuerpo, para hacer descansar los riñones y el aparato digestivo. El ayuno podría paragonarse a un radio de la «rueda de la salud»; es tan importante como la comida, el ejercicio físico, el sueño, etc…
El neófita podría empezar ayunando un único día. Pero quien lo hace tendrá que estar tumbado en la cama o en una tumbona sin realizar actividad física y sin tocar comida solida, limitándose a ingerir algunos sorbos de agua o de zumo cuando tenga mucha sed. ¡Qué manera tan extraordinaria de recuperar tantas lecturas dejadas atrás! El ayunador tendrá que elegir una habitación bien aireada y soleada, para poderse relajar y reposar, dormir y pensar (o mejor meditar) de manera clara y positiva.
Pruébalo, siempre con sentido común, ya que hay que tener en cuenta el estado de salud de la persona. Citando Rubén Bravo, especialista en nutrición del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO), «el ayuno está desaconsejado en diabéticos, hipotensos, hipoglucémicos, personas con obesidad grave, mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, menores de edad o en periodo de crecimiento, y gente mayor de 65 años, ya que son grupos con una salud más frágil y tienen mayor riesgo de deshidratación y desórdenes metabólicos”.
La intención del ayuno es purificarse y elevar nuestro cuerpo y nuestro espíritu y no simplemente adelgazar.
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