Reflexiones sobre el universo femenino en el yoga

La mujer en el yoga

Aunque en las culturas y religiones orientales de base hay una concepción igualitaria entre lo masculino y lo femenino, en la práctica casi todo los textos sagrados van siempre dirigidos a los practicantes varones.

Las culturas Vedanta, Tántrica y Ayurvédica tienen muchas analogías a la hora de explicar la creación: sitúan el origen de todo en “Una” entidad indivisible y eterna, ni masculina ni femenina. Cuando la consciencia pura se manifiesta en el universo, ésta es dinámica y crea el mundo de los dualismos. Cada divinidad masculina tiene un homólogo femenino. Son partes integrantes y diferentes, complementarias, de la misma entidad. Sin una no puede existir la otra.

Hay una diferencia tangible entre estas entidades: el lado masculino identifica la energía potencial mientra que el lado femenino está asociado a la energía creadora (Shakti). La Shakti es el principio divino que actúa en el mundo. La energía creadora realiza los atributos específicos de su correspondiente masculino, de otra forma inactivos. De hecho, en la adoración de la Shakti se realiza la superación de la dicotomía entre la trascendencia divina y la inmanencia terrenal. Por esta razón, entre los creyentes de este tipo de culto, a veces se considera aún más importante la energía creadora que su homólogo masculino.

Esta unión de la energía masculina y de la energía femenina no sólo debe tener lugar en una escala cósmica; también es preciso perseguirla y lograrla en nosotros mismos. El equilibrio entre las energías masculina y femenina es el objetivo de muchas prácticas para el desarrollo de la espiritualidad personal, como es el caso del tantra yoga (y en particular del kundalini yoga).

Actualmente la mayoría de los practicantes y maestros de yoga en el mundo occidental son mujeres. Las razones que hacen del yoga una práctica más atractiva para el universo femenino son varias. En la sociedad en que vivimos las actitudes de comprensión, mediación y amor son características del mundo femenino. La mujer, por su fisiología, está más conectada con su cuerpo (regla, embarazo etc..) y con el universo mismo. En el yoga es fundamental saber mantener una conversación entre cuerpo y mente, por esto es necesario disponer de la sensibilidad adecuada para interpretar los entresijos de estos diálogos.

Paolo

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