La nueva arquitectura mira a la naturaleza para evolucionar
En Europa tres personas de cuatro viven en una ciudad. El antropólogo Marc Augé habla de «no lugar» como de espacio urbano donde no podemos ni relacionarnos, ni dialogar, ni encontrarnos. Pero en contraposición a la visión de ciudad como espacio óptimo y eficiente pese a lo que significa en terminos de vivibilidad, están desarrollándose nuevos paradigmas inspirados en las energías limpias y en los materiales orgánicos. Se está imponiendo una nueva visión de las ciudades (o mejor dicho, se está recuperando) que contempla un tipo de planificación en sintonía con el medio ambiente. Es la arquitectura moderna.
Por gran parte de nuestro proceso evolutivo hemos vivido en estrecho contacto con la naturaleza lo cual hace que sea necesario hablar de plantas, arboles y flores como de algo insustituible, genética, biológica y culturalmente conectado con nuestra especie. El que tenga experiencia con el yoga u otras disciplinas tradicionales como las artes marciales sabe muy bien que el ambiente representa algo que no hay que someter, sino imitar. En sus orígenes muchas asanas tenían dinámicas y nombres de animales, como por ejemplo la postura del tigre (Vyaghrasana), o heredados del mundo vegetal, como la postura del árbol (Vrksasana).
El diseño arquitectónico tiene la necesidad profunda de redescubrir la sostenibilidad y la inteligencia de los ciclos naturales donde no existe el concepto de superfluo y residuo, porque todo está gobernado por el proceso inevitable de trasformación y renovación. Es el camino empezado ya en el 1973 por Friedensreich Hundertwasser (Friedrich Stowasser) que define la línea recta como una «falta de humanidad» y que propuso por primera vez la idea de árbol como un inquilino, capaz de pagar el alquiler gracias a la producción de oxígeno y otros bienes.
Un nuevo enfoque inspirador nos llega da la Biomimesis (también conocida como biomimética o biomimetismo) que estudia, aprende e intenta reproducir cómo viven otras especies para solucionar y satisfacer las mismas necesidades que el ser humano. La motivación principal de esta ciencia es que la vida está evolucionando en la tierra desde hace 3,85 millones de años, así que problemas que tenemos hoy día otras especies lo han resuelto antes, magníficamente y en armonía con el medio ambiente.
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