El monje mongol que lleva 200 años meditando
El cuerpo momificado de un monje mongol ha sido encontrado sentado en la postura de meditación (del loto), tal y como relata el periódico Morning News. La noticia no despliega muchos detalles, salvo que de un análisis visual el cuerpo podría tener una edad aproximada de 200 años.
Este hallazgo se produjo el día 27 de enero de 2015 en la provincia de Songinokhairkhan y el cuerpo fue entregado al Centro Nacional Forense de Ulán Bator. Según las especulaciones, la momia podría pertenecer al maestro de Dashi-Dorzho Itigilov, lama budista que murió a la edad de 73 años en el 1927. Itigilov estaba meditando cuando murió, y fue enterrado en posición sentada. A lo largo del siglo su cuerpo fue exhumado en bien tres ocasiones, en 1955, en 1973 y en 2002; siendo las señas de descomposición apenas apreciable en cada ocasión. En la última exhumación el forense del caso describió cómo parecía que el hombre hubiera muerto apenas 36 horas antes.
En la tradición budista, pese a considerarse el alma superior respecto al cuerpo, hubo influencias animistas que otorgaban a un cuerpo incorruptible virtudes de santidad. A raíz de esta creencia, los monjes dejaban instrucciones para la preservación del cuerpo, además de pasar por un proceso de automomificación todavía en vida.
La automomificación es un proceso que consiste en eliminar de la dieta las grasas y los alimentos como cereales para introducir frutos secos y hierbas, con el objetivo de lograr la supresión de bacterias que aceleran el proceso de descomposición. Además, justo después de la muerte del monje, que ocurría en un entorno aislado y controlado, el cuerpo venía aislado en una cámara sellada durante los primeros tres años. A continuación, se abría la sepultura y se verificaba el estado del cadáver. Si con suerte los restos no mostraban señas de descomposición, entonces se vestía el cuerpo para ser adorado como un sokushinbutsu. Al contrario, el cuerpo se quemaba justo después de pasar por un exorcismo.
Quizás sea esta la historia del monje que llevaba sentado 200 años esperando a que alguien lo descubriera. Desde luego para adorarlo como una deidad y no para estudiarlo o analizarlo en la mesilla de un forense.
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