El ombligo: centro neurálgico entre cielo y tierra
Es recurrente encontrar en varias tradiciones la expresión «ombligo del mundo», que describe el ombligo como el centro donde confluyen u originan movimientos, flujos, energías… En griego «omphalos», en latino «umbiliculus»: su significado es siempre el mismo: centro sagrado de la tierra, lugar donde tiene origen el mundo. Más precisamente, el ombligo aquí mencionado es el punto exacto donde el eje imaginario del mundo (axis mundi) une el cielo con la tierra. A menudo en la antigüedad se hizo coincidir este centro neurálgico con una ciudad (nota es la definición de Roma como «Caput Mundi» o la Ciudad Imperial en Beijing para los chinos o incluso la importancia de Jerusalén para las tres grandes religiones monoteístas del planeta).
El ombligo en todas estas metáforas, no es un lugar exterior sino es un lugar/no lugar interior, un punto particular que conecta la dimensión terrenal con la dimensión cósmica, divina. Es interesante notar que incluso en la anatomía humana el ombligo es el lugar donde transita la comida de la madre al hijo en fase uterina, y se corresponde con bastante precisión con el centro de masa de un adulto. Este centro de masa que se encuentra en la zona del ombligo, aquel punto que los orientales llaman tan tien o tanden (en japonés), se considera el punto focal de la energía vital en el cuerpo, área donde se almacena la energía Qi (Chi). Por ejemplo en la práctica del suicidio ritual de los samurais hay que cortar (kiri) el vientre (hara) cerca del ombligo y no otra parte vital del cuerpo.
En la práctica marcial (ej. Aikido) o en la práctica milenaria del Shiatsu, el punto del ombligo es el centro de la energía vital, y sólo llevando allí toda nuestra atención y concentración podemos lograr la unión de la mente con el cuerpo.
Lo mismo pasa en el yoga. Uno de los centros neurálgicos y donde se almacena nuestra energía vital, el Prana, es la zona del ombligo.
Y más: cuando entramos en una clase de yoga podemos notar que el profesor se sienta en un lugar bien preciso. Este lugar se llama bindu; es el punto donde se centra y confluye la energía de la clase. El profesor tiene que gestionar y dirigir las energías de todos los alumnos y crear una fusión entre todos para dar ritmo y elevar la clase entera. El bindu es el «ombligo de la clase».
Para elevar la energía hay muchas técnicas, una de las que te recomendamos probar es la respiración de fuego.
Portada: adaptación de Daniela Vladimirova con licencia CC.
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