Yoga nidra, el sueño yóguico para la relajación profunda

Relajación yóguica

Para muchos la parte mejor de una clase de yoga es la relajación aunque este momento no siempre recibe la atención que merece. De hecho he asistido a clases donde (por ejemplo, por falta de tiempo) se dejan solamente tres o cuatro minutos para esta fase. La capacidad para relajarse es fundamental para mantener nuestro cuerpo y mente saludables.

La relajación es una práctica que los principiantes podrían introducir entre posturas (de uno a tres minutos), pero principalmente es la relajación profunda al final de la clase la que nos beneficia mayormente. Es el llamado sueño yóguico, el yoga Nidra. Es un estado de sueño consciente. Su duración recomendada es de entre 10 y 15 minutos.

Para muchas personas relajarse es muy difícil. La mente, incluso cuando estamos centrados en otras tareas del día a día, sigue generando pensamientos y un diálogo emocional interno que va produciendo conflictos, ansiedad y un estado general de agitación que ni nosotros somos conscientes de tener.

El sueño yóguico es un método que nos lleva a una completa relajación física, mental y emocional, ya que promueve la disolución de las tensiones físicas resultantes de desequilibrios en los sistemas nervioso y endocrino. Más tensiones son causadas por el torbellino de pensamientos e ideas y afectan a la mente, y ​​las que se encuentran a nivel emocional surgen de la tendencia común de interpretar la realidad a través de conceptos que expresan dualismo y oposición (amor / odio, la felicidad / infelicidad, etc…).

Guiar una relajación yoga nidra

  • Utiliza un mantra que te ayude a tranquilizarte.
  • Túmbate boca arriba (postura de shavasana). Los pies caen por su proprio peso hacia los lados y las manos reposan en el suelo con las palmas hacia arriba. Inhalar y exhalar larga y profundamente (al menos 3 veces). Los ojos están cerrados.
  • Deja ir todos los pensamientos. Y si algunos te vuelven a molestar, permítelos. Verás que poco a poco se disolverán y se irán solos.
  • Conscientemente, haz que tu cuerpo se afloje. Recorre mentalmente todas las partes del cuerpo para que con suavidad y cariño se vayan poco a poco relajando. Comienza con los pies, tobillos, pantorrillas, rodillas, muslos, isquiotibiales (parte posterior de la piernas), glúteos, pelvis y cuando llegas al abdomen intenta relajar también todos los órganos internos (intestino grueso, intestino delgado, estómago, corazón, pulmones etc…). Luego, sigue relajando toda la columna vertebral (zona lumbar, dorsal y cervical), hombros, brazos, manos, cuellos, cabeza, boca, nariz, ojos y entrecejo*.
  • Ahora que tu cuerpo esta totalmente relajado, silencia tu mente.
  • Sal de la relajación. Poco a poco vuelve a tener consciencia de la respiración. Muevas los dedos de las manos y de los pies. Estira los brazos detrás de la cabeza y estírate totalmente desde los pies. Gira tobillos y muñecas y frota las manos y las plantas de los pies. Siéntate en postura fácil (piernas cruzadas) y medita.

* Según Swami Satyananda Saraswati: “Un importante ritual tántrico, llamado Nyasa, asignaba a cada parte del cuerpo humano, especialmente a los órganos internos, una significación divina. Tocar una parte del cuerpo o meditar sobre ella (sobre todo en correspondencia de un órgano), significaba ante todo otorgar una connotación divina al mismo órgano además de proporcionar equilibrio y energía vital cósmica (Prana) a través de las manos o de la mente. Enfocando la atención de la mente en un punto (Dhyana), los tántricos llegaban a un estado de meditación profunda hasta la última etapa de nirvana (o Samadhi), el vacío consciente, que representa la verdadera liberación de la mente.

La imagen de portada es una adaptación de Amy con licencia CC.

Paolo

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