Cómo reconocer a un buen maestro de yoga

Cómo reconocer un buen maestro de yoga

Como ya he mencionado en otra ocasión, una buena escuela de yoga no se distingue por las instalaciones. Lo importante no es que tenga duchas o acceso electrónico. Lo que de verdad marca la diferencia con otra escuela es la enseñanza. Un buen maestro de yoga es lo que puede transformar una clase normal en una verdadera experiencia; bien lo sabe el que haya sido formado por un profesional.

En mi caso he podido contar con una formación excelente recibida por maestros atentos a toda clase de detalles. Y son los pequeños detalles, el cuidado en la preparación y desarrollo de una clase lo que el practicante tendrá que evaluar. Una enseñanza aproximativa y falta de atenciones no contribuye al crecimiento de quienes quieran recorrer la senda del yoga. Entonces, un buen maestro tiene las siguientes cualidades.

1 Cuida de la intensidad del programa desde el principio hasta final de año

Durante el verano, la mayoría de los practicantes de yoga aparcan la práctica y se toman un descanso. Los verdaderos aficionados no abandonarán su sesión ni un solo día, pero lo típico es olvidarse durante unas semanas y volver en otoño. Entonces el ritmo debe ser tranquilo, blando, adecuado para volver a poner en marcha el cuerpo. A lo largo de las semanas que pasan, el maestro tendrá que ir preparando las partes del cuerpo para sesiones más intensas de asanas. De la misma forma, quienes no practiquen meditación con constancia, encontrarán dificultades en las sentadas largas. Mejor empezar con pocos minutos.

2 La introducción a la sesión y su cierre son suaves

Nuestras vidas están repletas de circunstancias y obligaciones que encajan como un puzle, entonces lo común es dedicarse al yoga en los ratos libres. Mi clase está formada por personas que vienen del trabajo, de ensayar con su grupo musical o de realizar quehaceres cotidianos más distintos. Por lo tanto una sesión que empieza bien es aquella que se desarrolla lentamente, poco a poco. El maestro empieza tranquilo, con un ritmo blando. A medida que la sesión avanza, hay que pasar por un pico de intensidad hasta bajar el nivel y terminar la sesión con una relajación final. Hay que salir de una clase mejor de como se ha entrado. El deber del practicante en este caso es llegar a la sala con tiempo, para tomar su posición en la esterilla y prepararse.

3 Pone a disposición un buzón de sugerencias

El maestro que deja su ego en la puerta es aquel que pese a los muchos años de experiencias acumulados, deja espacio para la mejora continua. Entonces la manera más discreta para establecer un canal de comunicación es la del buzón de sugerencias. El que quiera compartir su opinión o una idea tendrá la oportunidad de hacerlo de forma anónima. No habrá tímido, entonces, que no pueda expresarse.

4 Tiene toda la clase bajo control y corrige las malas posturas

Hasta los yoguis expertos a veces no interpretan una postura correctamente, sea porque no hay manera en que puedan controlar su ejecución o simplemente por cansancio o falta de atención. El buen maestro tiene toda la clase bajo control, y sabe corregir sea con palabras sea con el contacto físico suave una mala postura. Me desmotiva bastante ver a un compañero en la clase practicar mal una postura sin que el maestro se percate y le corrija.

5 Promueve el uso apropiado de los materiales de soporte

Bloques de madera, cojines, mantas o cintas: todas estas herramientas deben estar preparadas antes de empezar la práctica. El practicante que las necesite tendrá entonces la oportunidad para utilizarlas. En mi escuela, antes de que empiece la sesión, el maestro deja en su esterilla lo que cree que va a resultar útil utilizar (uno o dos bloques, por ejemplo: eso quiere decir que la postura que se ejecutará a lo largo de la sesión podría requerirlos). Entonces para cuando la sesión haya empezado, cada uno habrá cogido de la estantería el material propuesto y lo tendrá cerca. De esta manera se evitarán interferencias a lo largo de la sesión, sin que haya paradas técnicas por falta de material de soporte.

6 Utiliza la música de manera adecuada

Hay que utilizar la música como un recurso, y no como un protagonista. El maestro que utilice la música a lo largo de la sesión tendrá que bajar el volumen a un nivel mínimo. La música o mantras se recomiendan al principio y al final de la sesión (en este último caso, después de la fase de relajación). Será la voz del maestro la que guiará el desarrollo de la clase, y no la música. Sabio es aquel que jugará con el mando del volumen para eliminar o volver a introducir el sonido de la forma más gradual posible. La clase es un flujo, ruidos y músicas forman parte de ella y deben fluir con su desarrollo.

7 Su tono y ritmo de voz son apropiados para la sesión

La voz del maestro es por tanto la música que los practicantes quieren escuchar. Un buen profesional habla pausadamente, introduciendo silencios oportunos y rompiéndolos cuando tiene algo interesante que decir. Una voz relajada, sin asperezas, dulce y segura puede cambiarlo todo. La voz también necesita cuidados: es la herramienta para transmitir ideas.

8 Comparte su conocimiento

Una clase de yoga no equivale a practicar posturas de forma automática. El maestro que conoce el menester transmite conocimiento en todo momento de la sesión. No se trata solo de cómo entrar y salir de una asana, sino que también es muy agradecido cuando llega a los oídos del practicante el trasfondo de la postura, ideas para la ejecución, qué beneficios aporta cierta práctica o incluso conceptos de filosofía tradicional.

9 Pone atención a principiantes y veteranos

La belleza del yoga es que no hay niveles. No existe un yoga avanzado o yoga para principiantes. El yoga es el mismo para todos. La belleza del yoga por tanto reside en esta sencillez, que es su fuerza. El veterano podrá intensificar un estiramiento o aguantará más tiempo una flexión. O quizás ejecutará una variación más exigente. Es deber y responsabilidad del maestro, entonces, sugerir qué postura y qué variante de la misma un principiante, poco flexible y entrenado, podrá practicar con seguridad sin riesgo de lesionarse. Misma postura para todos, pero distinta interpretación: ahí el matiz de la cuestión que solo un experto podrá aclarar para toda la clase y sus distintos niveles.

10 Deja libertad al practicante

Para acabar, el practicante debe sentirse libre de actuar cómo prefiera a lo largo de la sesión, evitando posturas si éstas le incomodan, acortando o alargando su ejecución… siempre acorde al dialogo con su cuerpo. Porque el nivel de preparación es personal y la atención mental subjetiva. He visto a maestros forzar con sus propias manos a alumnos para que consiguieran alcanzar una postura. Acompañar una ejecución o corregirla, sí. Forzar, nunca.

Una última consideración para terminar esta lista. Un buen maestros es aquel que es capaz de convertir una clase de yoga en un evento inolvidable, único e irrepetible. Solo de esta forma el maestro conectará de una forma profunda con el practicante para alcanzar a ser no solo el maestro de la academia de yoga, sino un aliado y consejero.

Mirko

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